miércoles, 13 de agosto de 2014

Documento No. 1

Acotaciones a

EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA [1]


I.

En la primera parte propone como el pensamiento puede instalarse de dos maneras frente a la investigación:

            1) Como un pensamiento que investiga porque se asume desde la intelección                  lógica
            2) Como un pensar que reconoce la seguridad inmediata de la intuición.


Arte ligado a la duplicidad de lo apolíneo y lo dionisiaco. En este juego de interacción propone N. como se presenta continuamente el arte. En ellos están en pugna constante fuerzas que se separan y se juntan.

El  mundo del arte aparece oculto en los nombres de los dioses griegos, en la imaginación que crea el mundo mágico de la realidad unida a su fin divino. En ella habitan los comportamientos para las doctrinas secretas, y no de forma conceptual, sino en las figuras del mundo que esos dioses concentran. N. Primero separa el mundo de las cosas hechas, en donde aparece con fuerza el mundo del escultor en el campo apolíneo, y en el mundo de las cosas imaginadas en donde propone el arte de la música con la cual inscribe el mundo Dionisiaco. La lectura de esos dos dioses se hace desde lo que llama en este sentido intuición, que es la intuición en N?, hasta ahora, es la imagen que le permite separar el mundo sensible que propone cada dios en su diferencia con respecto al otro. La intuición como pieza para mover la interpretación entre acontecimientos imaginativos similares. (Tendencia hacia). En el desplazamiento de las ideas entre aquello que aparece como semejante, se producen movimientos de imágenes que obligan a interpretar acontecimientos que proponen los dioses, que, sin decirse están en nuestra interioridad como presupuestos, como aquello imaginado en la cotidianidad, en ello todo acto es acontecimiento que se prende como acción.

Retomando la idea de N. respecto a esos dos momentos en que la intuición recorre el pensamiento y la acción, aparece entonces el mundo de lo hecho y el mundo de lo imaginado que se extienden en sus diálogos sólo a partir del mundo del arte. Se puede nombrar arte porque se confrontan las intuiciones que pugnan o se acentúan como repetidas en la relación acción e imaginación, y desde la perspectiva del texto entre lo que se hace y lo que se piensa. Siendo muy diferentes a la construcción propuesta por N. me aventuro a interpretar como acción para tender relaciones entre el escultor, como el que hace y el músico como el que piensa, pero me parece más cercano como el que imagina porque el sonido del poeta está en la acción que imagina el mundo desde el pensamiento. Estas dos fuerzas que aparecen siempre en contrastes, en el pensamiento de N. se configuran en unidad sólo por la metafísica del pensamiento Helénico. Cómo encuentran unidad? sólo por un acto de voluntad, calificado por N. como acto metafísico. Quiere decir, en mi modo de leerlo que, la voluntad de una comunidad emerge en la metafísica que la configura como acto de unión, (relaciones mito y metafísica: José Luis Pardo) en ella subyacen los nexos que le permiten transitar sensiblemente sus artes. En ellas se conjugan las fuerzas que siempre en pugna concentran la apariencia de unidad que las sumerge en obra, para el caso griego es la aparición de la tragedia como el encuentro de dos intuiciones colectivas de la fuerza de los acontecimientos que provocan dos dioses.

Aparece así la primera relación de experiencias ligadas a cada Dios: Para N. son dos mundos artísticos: Sueño y embriaguez. Y… que es un mundo artístico? Será aquel ligado a la experiencia que hace emerger las intuiciones de unidad respecto a lo irreconciliable? Y por lo tanto sólo en apariencia? El sueño es lugar, por lo tanto el sueño es un espacio en donde aparecen las imágenes de los dioses, el sueño es también el momento de concepción de formas que sobrepasan la escala humana, es decir es el espacio en donde lo cotidiano no es medida del comportamiento ni del tamaño de las cosas, el sueño es un espacio humano intuido a escala inhumana. Al poeta que lo toca interpretar el sueño le corresponde enfrentarse a la escala inhumana de los humanos para estar en la ilusión mas verdadera de todas que es el sueño. N. introduce la palabra verdad: el sueño se confronta con la verdad porque hace del poeta al hombre que es capaz de interpretar lo inhumano, llevando la ilusión al único espacio en donde no es ajeno: el sueño.

Esta aproximación al sueño es también un acercamiento al momento en que se plantea, la bella apariencia de los mundos oníricos, momento que subyace a la condición de todo lo humano, porque es en ellos  en donde N. define que es ser artista: Todo ser lo es cuando produce sus propios mundos oníricos, cuando puede transitar con placer sus propias ilusiones, en ellas se exige una elaboración inhumana del espacio para imaginar, con la apariencia del sueño, que circula en la figuración del pensamiento que se tiende en el arte. Gozamos con la comprensión inmediata de la figura, todas las formas nos hablan, no existe nada indiferente ni innecesario.  La belleza está en relación, al gozo, y es con él que elaboramos la idea de lo bella apariencia como el sentimiento que nos contiene, y sabe que es apariencia. Y es a partir de ella que elaboramos la experiencia de arte para todo momento narrativo de la imaginación.

N. llega a plantearnos el problema de la experiencia de lo real: lo real de la existencia, igualmente como apariencia, porque en lo que de ella imaginamos también están lo momentos que la contienen, no existe un mundo esencial de las cosas como algo oculto, están los momentos del pensamiento que sitúan las experiencias de la cotidianidad como signos, es decir como sueños sujetos a ser interpretados, es esta la perspectiva que lo sitúa frente a Shopenhauer, para describir el signo de la aptitud filosófica, incluso en la forma como el filósofo es capaz de ver las cosas como fantasmas o imágenes oníricas. Pero el artista, aquel que transita sus imágenes en la escala del sueño, no siendo diferente del filósofo, teje con la realidad del sueño, (imaginativo) sus interpretaciones de la vida. No se sitúa en la identidad mimética del signo que permite recorrer los fantasmas de la realidad, sino que los contempla con minuciosidad sin nombrarlos, habitándolos, para ejercitarse en técnicas para vivir y cuestionando y construyendo el gusto.

En aquella observación minuciosa le vale la vida para lo triste, lo serio, lo oscuro, lo tenebroso, los obstáculo súbitos, las bromas, el azar, la espera, le dicha y el infierno. Porque su observación situada en el espacio del sueño, en donde es posible transitar sólo con el dispositivo de la imaginación, los escenarios (escala inhumana de sueño del poeta) desfilan las sombras en las que también se vive. La apariencia nos hace humanos porque nos permite el sueño que se configura en el deseo.
           
II.
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia Vol 456,  Séptima Edición ed, Barcelona, 1984.





[1] NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia Vol 456,  Séptima Edición ed, Barcelona, 1984.

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